Por Alejandro Tobares

Réquiem por Don Bachicha

Cronicas

Un final que estaba cantado.

Murió Don Bachicha. 

Su exagerada vida se apagó a las 3 AM.  

Ya no está más entre nosotros. 

Estaba cantado que iba a tener ese final. Murió de una forma muy estúpida: atragantado de tanto asado y merca.

Los restos son velados en Palermo, en un local de sepelios. Su amigo y patrón, Moe, pagó el velorio con dólares, pero no asistió. Yo fui un afortunado: cuando entré al velatorio lo vi a Bachicha en un cajón más grande y ancho; ahí yacían los restos del querido Don Bachicha, con una tanga fucsia estrenada y un corpiño blanco. 

Así se lo vio: también estaba maquillado y todos los que asistieron al velatorio tenían invitación. Perroud cobró entrada y filmó todo mientras Cinesi servía té con masitas.

Había un paragua Gigoló que no pudo pasar porque no tenía permiso. Mientras me tomaba un sorbo de café me quedé en un rincón apenado por lo ocurrido mientras pasaban las horas un amigo íntimo de Bachicha, de nombre Juan, se acercó al féretro y lo lustró con la pelada. Dijo un mantra se elevó y se fue sin decir nada. En un momento entró Juan Tachero, atravesando el ventanal con su taxi. Creímos que venía a dejarle bolsitas a Don Bachicha, aunque su nariz ya era otra, como de bola de nieve. Juan Tachero, el transa puntual, vino a reclamar una deuda de Bachicha. Como nadie le daba nada, se llevó las ofrendas florales como parte de pago.

Había ladrones y putas. Un homosexual leyó poemas homosexuales interminables. Nadie lo oyó. Todos oían el silencio de Bachicha. 

¡Cuánta algarabía nos diste querido Bachicha!

Que en paz no descanses.


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