La mañana viene para contar en primera persona.
La tarde marcha y se retira llena de planes.
La noche llega para quedarse y declamar un monólogo, un aun; viene a esparcir un manto de susurros, último curare.
La noche no quiere respuestas, trae órdenes, responde a un deseo ajeno, lejano y sin autor.
Mientras esperamos que el miedo se seque damos consuelo a nuestra insignificancia. Luces de un barco flotan en su ley y ríen de nosotros, guardan distancia recelosa, gastan bromas de un bolsillo insolvente.
La noche no quiere respuestas, trae órdenes, responde a un deseo ajeno, lejano y sin autor.
Nadie nos creó, por eso contamos; no queremos ser olvidados. La naturaleza es un dios con memoria, todo lo tiene en cuenta, todo lo transforma en algo.