Por Symns

La maldita trilogía

Cronicas

Nunca pertenecía a nada ni a nadie en este Cosmos de la nada donde palabras vigilan a las palabras.

En uno de sus libros, en un ensayo que hace sobre el origen del cosmos, Kant sostiene que el tiempo y el espacio no existen. son coordenadas de nuestra mente para no enloquecer todo cabe en la palma de la mano de un bebe todo sucede ya. A veces  por la ventana de un bar me he sentado a perder el tiempo y he estado una eternidad sin embargo el tiempo me acoso finalmente Cuando era joven no creía en el tiempo los días corrían velozmente, tras semanas y pasaban los meses, casi como años Caminaba entre una turba de fantasmas y de zombies, por  la ciudad, todos venían de una parte e iban hacia alguna parte pero no estaban y la ausencia es el pecado más grave que se puede cometer contra la existencia yo me distraía, me entretenía hasta que un día el tiempo me alcanzo un día vi que el sol corría cada vez más rápido hacia el poniente y que yo me aburría, me aburría ir a la playa me aburría mirar la lluvia por la ventana , me aburría besarte me aburría levantarme de la cama para introducirme en el mundo pero sobre todo me aburría ese maldito parque de diversiones abandonado que es la ciudad ¿Qué es la ciudad? Casa, casa, institución, comercio, casa, casa, casa institución, comercio, casa, casa, casa. ¿Y qué es una casa?, sino la construcción de una cueva para el gorila atravesado por los rayos catódicos y no por el fuego ¿y que hay en la casa? La maldita trilogía de la cama la mesa y la silla y las ventanas y las puertas y las paredes y los pisos y los techos todos cómplices de esa ruindad pero un día decidí irme al bosque tomé  una carpa una radio, me puse un piloto una botella de whisky en el bolsillo Me perdí en el bosque armé la carpa en cualquier sitio encendí la radio estaban pasando un tema de Lou Reed Me fui alejando del sonido de la radio desnudándome del sonido como quien se quita la ropa lentamente hasta que dejé de escucharla ahora escuchaba el sonido de mis pies pisando las hojas amarillas del otoño que ya no pertenecían a nadie como yo. Que nunca pertenecí a nada ni a nadie. Cuando llegue al río, le  pregunte a las aguas del río si nos estaban vigilando el río me contestó que él  venía de la cima de la montaña que desde allí arriba, la palabra “cima” nos vigilaba a todos y que sólo había eso palabras vigilando palabras A mi lado una piedra, había una trucha muerta me puse a llorar, me dio vergüenza le explique que un día yo también estaría tirado sobre una piedra comido por los gusanos. Cuando volví nos besamos y me preguntaste  si te quería Te dije que Si, ¿qué iba a responderte? que te engañé, que te mentí,te traicioné, te corrompí, te abandoné en esta absurda carrera del tiempo hacia la nada.


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