Por Amorós

Tauromaquia y cine

Cronicas

El maestro Andrés Amorós y doce reglas de oro para que una corrida entre por los ojos. ¡Luz, cámara, toros!

Una corrida de toros posee una evidente plasticidad, “entra por los ojos”.

Es lo que han reflejado muchos poetas, como Manuel Machado, que resume así el espectáculo:

“La hermosa fiesta bravía de terror y de alegría de este viejo pueblo fiero… ¡Oro, seda, sangre y sol!” Y su melancólico declinar, al final de la tarde: “… Y terminada la fiesta de oro y rojo, a la mirada queda un solo eco de amarillo seco y sangre cuajada”.

Eso implica, a la vez, un claro riesgo: que la película se quede en lo más espectacular y externo de los toros, sin profundizar en el arte, el rito o la tragedia.

Como son tan amplios los mundos de la Tauromaquia y del cine, será útil recordar una docena de géneros cinematográficos que se han acercado a la Fiesta.

1/ Los orígenes

Ya en 1896, un operador de los hermanos Lumière, Albert Promio, filmó la “Arrivée des toréadors”. En España, en 1918, Rafael Salvador obtuvo éxito con “La España trágica”, en la que aparece una corrida de toros. Al año siguiente, en el folletín “Los arlequines de seda y oro” aparece una corrida con El Gallo,Joselito, Belmonte y Gaona. Hace poco, la Filmoteca Española ha recuperado una interesantísima película, “Viva Madrid que es mi pueblo” (1928), producida y protagonizada por el gran Marcial Lalanda: la única oportunidad para ver cómo toreaba este diestro, al que un pasodoble consagró como “el más grande”.

2/ El documental

El cine sirve, efectivamente, para permitirnos disfrutar con el arte de grandes toreros. En este sentido, se lleva la palma la estupenda “Tarde de toros” (1956), de Ladislao Vadja, un testimonio único para conocer el estilo artístico de dos genios, Domingo Ortega y Antonio Bienvenida. En otro terreno, “Torerillos 61” , de Basilio Martín Patino (el autor de la extraordinaria “Canciones para después de una guerra”) permite ver lo que era la dura lucha de los maletillas. Un caso singular es el corto francés “La corrida fantastique”, premiado en Cannes, que cambia la visión habitual de un festejo taurino gracias a la cámara lenta y a la música de órgano.

3/ El docudrama

Utiliza esta técnica el cámara Teo Escamilla en su muy interesante testimonio sobre la Escuela de Tauromaquia de Madrid (ahora perseguida por la sectaria alcaldesa Carmena), “Tú solo”. Queda claro que no es el hambre lo único que empuja a los jóvenes a torear.

4/ La vanguardia

Un curiosísimo ejemplo de las vanguardias estéticas españolas es el corto “Esencia de verbena”, de Ernesto Giménez Caballero, en la que el gran escritor Ramón Gómez de la Serna, en una barraca de feria, estoquea ceremoniosamente un toro de cartón.

5/ Genios del cine

También se han asomado al mundo taurino algunos de los más grandes genio del cine. Después de “El acorazado Potemkin” y de “Iván el Terrible”, el ruso Eisenstein rodó “¡Que viva México!” (en otro montaje, titulada “Tempestad sobre México”), que incluye un episodio de gran plasticidad sobre la Fiesta. En 1944, Abel Gance inició el rodaje de una película sobre Manolete, que no completó. “El genio” Orson Welles presumía – a mí mismo me lo contó – de haber actuado como novillero, por Andalucía. No he podido comprobar si era verdad o una más de sus fantásticas mentiras (“Fake” es el título de una de sus películas). Para la televisión rodó una serie de escenas taurinas, que él iba comentando, en inglés, desde una barrera de Las Ventas.

6/ La psicología

En la magnífica “Torero” (1955), de Carlos Velo, se muestran los temores y contradicciones del mejicano Luis Procuna. Un estremecedor testimonio de la vejez de un artista, Nicanor Villalta, se ofrece en “Juguetes rotos” (1966), de Manuel Summer.

7/ Dramas

Henry King lleva al cine la novela de Hemingway “The Sun Also Rises” (“Fiesta”, 1957). El italiano Francesco Rossi rueda, con el torero Miguelín, “El momento de la verdad” (1965): un título que aplicamos a la suerte de matar y que vale también como símbolo de toda la Fiesta.

8/ Lo social

En los años cincuenta, cuando tenía gran fuerza la literatura social, ése es el enfoque con el que se acerca a los toros Ángel Maria de Lera, con su novela “Los clarines del miedo”, llevada a la pantalla por Antonio Román. Una denuncia más descarnada es la de “A las cinco de la tarde” (1960), de Juan Antonio Bardem, basada en el drama “La cornada”, de Alfonso Sastre.

9/ Biografías noveladas

Muchas películas han aprovechado la enorme popularidad de algunos toreros, que hacen su propio papel en una historia novelada: así, Chamaco, en “El traje de oro” (1959); El Cordobés, en “Aprendiendo a morir” (1962); Palomo Linares, en “Solos los dos” (1968)…

10/ Cuatro obras literarias populares

Se han llevado varias veces al cine popularísimas novelas. Así, “Sangre y arena”, del valenciano Vicente Blasco Ibáñez: la primera vez, por su propio autor (1916). La segunda, por Fred Niblo (1922), con el mítico galán Rodolfo Valentino. La tercera, excelente, por Rouben Mamoulian (1941),con Tyrone Power. La cuarta, más efectista, por José María Elorrieta (1989), con la estrella Sharon Stone. También ha tenido varias versiones “Currito de la Cruz”, del novelista gallego Alejandro Perez Lugín. La primera, por su autor (1925). La segunda, por Fernando Delgado (1935). La tercera, por Luis Lucia (1958), interesantísima, por permitirnos apreciar el estilo de Pepín Martín Vázquez, un gran torero, hoy revalorizado por la devoción de Morante de la Puebla. La cuarta, por Rafael Gil (1965), con El Pireo. Más folletinesca es “El niño de las Monjas”, que llevaron a la pantalla el fotógrafo Calvache (1925), con Eladio Amorós; José Buschs (1928), con El Estudiante; Julio Villarreal (1944), en México, con Luis Procuna; Ignacio F. Iquino (1958), con Enrique Vera. Todavía más versiones cinematográficas ha tenido el mito de “Carmen”, desde la italiana de Giovanni Doria (1914); el espectacularísimo Cecil B. de Mille (1915); el genio de la comedia Lubitsch (1918); Jacques Feyder (1928), con la cupletista Raquel Meller; Florián Rey, “Carmen la de Triana” (1938), con la extraordinaria cantante Imperio Argentina; Cristian Jacques (142); el argentino Tulio Demicheli, “Carmen la de Ronda” (1959), con Sarita Montiel, popularísima después de “El último cuplé”; el italiano Francesco Rossi, “Carmen de Bizet”(1983), rodada en Ronda, más fiel a la ópera (1983); Carlos Saura (1983). Y, llevándola al mundo del “espiritual” negro, “Carmen Jones”, con Dorothy Dandridge.

11/ El humor

Muchos grandes cómicos han parodiado el mundo de las corridas de toros. Así, Max Linder (1912), Chaplin (1915), Stan Laurel y Oliver Hardy (la primera pareja llamada, en España, El Gordo y el Flaco), Totó y el mejicano Cantinflas, gran aficionado y torero práctico.

12/ Rarezas

Incluyo aquí algunas películas que se salen de los géneros habituales, como la rusa ”Sombrero”, de Tamara Lisitsian. Podemos ver a Pablo Picasso trazando con increíble facilidad algunas escenas taurinas en el extraordinario documental “Mystère Picasso”, de H.G.Clouzot (famoso por “Las diabólicas”). Muy singular y atractiva es “Yo he visto la muerte· (1965), de José María Forqué, en varios episodios. En uno de ellos, Luis Miguel Dominguín, en una barraca de feria, asiste a la evocación de la tragedia de Manolete, que él mismo había vivido… En su guión intervino mi amigo Jaime Armiñán, buen escritor y excelente aficionado, formado en casa de los Bienvenida. Esa experiencia la trasladó a su gran serie de televisión “Juncal”, con una magnífica interpretación de Paco Rabal. Concluyo ya. Suele decirse que no hay buenas películas de toros. Esta pesada enumeración sirve, creo, para desmontar ese tópico: existen muchas películas taurinas; bastantes de ellas, poseen notable interés. Para los enamorados de la Fiesta, es algo muy atractivo; para los cinéfilos, todo un capítulo de la historia del cine del que no se puede prescindir.


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