Por Mía Flores Pirán

Un sillón bajo el cielo

Cronicas

El acto divino de destrozar sin ira para crear dicha.

Quería romper mis pensamientos como se rompe una casa.

Una casa llena de muebles con pinches agresivos y clavos oxidados. Con trampas y lugares donde la última luz se cortó hace siglos y está lleno de telas de araña.

Con pozos y ruidos.

Una Casa incómoda y peligrosa. 

Entonces tomé la gran decisión de empezar a romper todo con un palo de golf.

Las ventanas del cuarto y del baño, el espejo.

Arranqué la ducha y la revoleé por el aire.

Sentí una liberación y un placer muy grandes.

Seguí por destruir y prender fuego el sommier, el colchón y esas sábanas con olor a abandono.

Tiré sin ira los cuadros por todos lados y los pedazos de madera de los marcos los quebré e hice un fuego en medio del living.

Se llenó todo de humo.

Afortunadamente no me dejaba ver esos muebles pulcros vacíos de caricias que había antes.   

Me daba placer, pero fue agotador, entonces salí, llamé a mi mejor amigo y le dije: vení.

Necesito tu ayuda, quiero compartir esto con vos.

Tenemos que vivir esto juntos, es único lo que acabo de hacer y no voy a parar de hacerlo. 

Trae todo lo que tengas. 

Al cabo de un rato llegó y me dio estupefacientes y bebidas y nos empezamos a reír a carcajadas y a revolear cuchillos contra una foto familiar enmarcada con un rosario colgado, bendecido por el papa Francisco.  

Prendimos el parlante y pusimos música.

Ahí, la comunicación empezó a ser sin palabras. Entramos en un estado muy similar, eso era todo. Todo podía llegar a ser. Lo que antes era, no será. Eso seguro.

Bailamos y bebimos, hasta vomitamos.

Ya valía todo.

Fue tan simpático.

Sobre todo, lo que estaba a la altura del plexo solar.

Había un placer flotando en la atmósfera muy contagioso. 

Ya ni me importaban esos pinches agresivos porque me había tomado el trabajo de hacerlos mierda. No se cómo pasamos a un sillón al aire libre. El único que conserve porque era cómodo. Y quedarse con un solo objeto estaba bien.  Nos sentamos a conversar pavadas y fumar un cigarro atrás de otro, no podíamos coordinar las palabras. Y la emoción extasiosa del comienzo no estaba tan presente como antes porque la habíamos gastado bastante, era normal.

Había un placer flotando en la atmósfera muy contagioso. 

También estábamos cansados, llevábamos horas haciendo destrozos, tan lindos. 

Entonces me acuerdo, me metí una raya y me cayó una ficha.

Lo entendí todo.

Era tan claro.

Se lo expliqué a mi amigo.

Él me estaba explicando a su vez una cosa a mí.

Estábamos hablando en simultáneo, pero eso no importaba.

Llevábamos horas haciendo destrozos, tan lindos.

Porque estábamos diciendo los dos lo que acabábamos de entender adentro de la casa por haberla destruido y sabíamos que del otro lado había alguien que podía recibir la hermosura de haber destrozado el dolor todo.


Odkryj wszystkie możliwości Mostbet https://mostbet.com.pl/ – szczegółowa recenzja bukmachera